sábado, 19 de enero de 2013

Etapa 6-De Refugio de Pinos a Refugio Auquinco
































Buena caminata, bastante monótona. Mucho valle, pampa extensa de matas de yuyos duros y pocos árboles en los valles. Son metros y metros de pampa. Parece que no se va a acabar, pero tranquilos, porque se acaba, y subimos a un bosquecito medio ralo pero florido. Hay que vadear tres veces, dos veces el Auquinco que es bastante ancho y profundo, y una vez un afluente. El Auquinco a mí, me daba arriba de las rodillas, llegando a la cola. Vadear el río significa que uno llega a una orilla y debe desenganchar y bajar la mochila, la cámara, sacarse el sombre. Buscar los zapatitos de vadeo -siempre a mano-, sacarse las botas, ponerse los zapatitos, cargar todo de nuevo, mochila y cámara, ponerse el sombrero, y sin olvidar las botas, cruzar haciendo equilibrio contra la corriente y entre las piedras y tratando de que el peso de la mochila no nos traicione y no se nos moje nada. Al llegar al otro lado hay que descargar todo, buscar el trapito para secarse los pies, ponerse las botas, guardar o colgar los zapatitos de vadeo. Cargar todo otro vez, ajustar la mochila, y retomar la ruta. Hoy no fue nada, solamente fueron tres. Hay un día, que vendrá próximamente que son más de doce, y los once primeros, a lo largo de tres horas. Durante todo el trayecto de hoy, me fui encontrando con los tres muchachos montañistas, Guillermo, Chacho, y Jorge. Acampamos en el mismo lugar, frente al refugio que está bastante roñoso, así que todos armamos carpa. Ellos pescaron una trucha enorme. Estamos junto a lago Lolog, a pocos pasos, en un lugar que es paradisíaco. Hay playas de piedra y lecho de arena en el lago, el agua está hermosa para bañarse. Aprovechamos a lavar ropa, aunque es algo de todos los días, y yo me busqué una playa un poco alejeidinha y topless a full. Es un lugar que vale la pena. Se puede venir en bote, hay gente que viene a playas cercanas en bote, los vemos pasar. Un día fantástico.
Volviendo a la caminata, además de las pampas duras y monótonas, se cruza un bosque quemado, tristísimo ver esos troncos y esa ramas desnudas y calcinadas, como esqueletos raquíticos. Triste. Después hay varios barriales, mallines, así que sin más remedio, metiendo la pata, y también hay cañaverales.
El lugar donde está el refugio, si bien el refugio está roñoso, el rincón está buenísimo, araucarias y pinos enormes, bancos de tronco, fogón, y abajo el lago. Qué más se puede pedir. Una barbaridad. Alucinante.

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